A veces las cosas se arreglan si asumes que nadie las puede arreglar
Escuché esta frase en la canción El Bien de Viva Suecia y desde entonces me ha acompañado en cada entrenamiento.
Al dejar de luchar contra lo incontrolable encuentro la fuerza para redirigir mi mente hacia lo que realmente impulsa mi rendimiento y bienestar.
1. No todas las preocupaciones merecen atención
A menudo me he visto atrapado en pensamientos negativos que me alejaban de mis objetivos deportivos y personales. Esto es un problema porque distrae mi energía de lo que realmente suma en mi rendimiento.
Revisa tus pensamientos: Pregúntate si cada uno aporta a tus metas.
Activa una “señal de alto”: Cuando surja una preocupación, detente y redirige tu enfoque.
Enfoca tu energía en lo positivo: Dedica ese tiempo a entrenar, planificar o compartir con quienes te inspiran.
Recuerdo una época en la que, al dejar de obsesionarme con cada error, logré enfocarme y superar una etapa complicada en mis entrenamientos. Este cambio fue crucial para entender que no todo merece mi atención.
2. La vaca rumiante
Darle vueltas a los mismos pensamientos negativos solo empeora mi estado de ánimo y reduce mi capacidad de acción. Esto se vuelve problemático porque la rumiar como vaca pastando consume energía y me impide disfrutar del presente y dar lo mejor de mí en el deporte.
Establece un “horario de preocupaciones”: Reserva un tiempo limitado para pensar en lo negativo y evita que invada tu día.
Cambia de actividad: Si te encuentras rumiando, cambia a una tarea que requiera concentración.
Actúa de inmediato: Si algo te preocupa, toma una acción concreta o déjalo ir.
Desde que incorporé estas prácticas, he sentido una notable reducción en mi ansiedad, lo que se refleja en un rendimiento más claro y enfocado durante mis entrenamientos y competiciones.
3. Salir de tu propia cabeza
En ocasiones, me encontré demasiado concentrado en mis propias preocupaciones. Este exceso de introspección se convierte en un problema porque limita mi conexión con el mundo y reduce mi capacidad para responder en el momento.
Redirige tu atención hacia el exterior: observa, escucha, siente.
Practica la gratitud: piensa en tres cosas buenas cada día.
Conéctate con los demás: el mundo no gira solo en torno a tus pensamientos. Cambiar el foco puede traer una sensación inmediata de calma. En el estudio, quienes dejaron de centrarse en sus miedos tuvieron una mejora sostenida en su bienestar. Esto es clave porque muchas veces, la solución no está en pensar más, sino en hacer más. Tu atención es tu recurso más valioso. Decide dónde ponerla.
Cuidar mi salud mental ha sido tan esencial como entrenar físicamente
Lo que piensas influye en cómo te sientes, pero no estás a merced de tus pensamientos. Puedes entrenar tu mente para soltar lo que no te sirve y redirigir tu energía a lo que realmente importa.
La pregunta es: ¿qué pensamientos vas a empezar a ignorar hoy?
Si sientes que tus preocupaciones afectan tu rendimiento y bienestar, podemos trabajarlo juntos. Reserva tu primera consulta sin costo y descubre cómo entrenar tu mente para rendir mejor. Más info aquí.
Santiago ⚡️
Psicología + Rendimiento
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